martes, 26 de octubre de 2004

Reuniones

El otro día tuve la "fortuna" de asistir a una reunión en la que se batió el record de interrupciones intrascendentes. Empezó como una reunión normal entre cuatro personas y nada hacía sospechar que iba a suceder tan magno acontecimiento pero todo se desbocó y acabó de forma memorable.

Para poneros en antecedentes, ante la escasez de salas, acordamos reunirnos en el despacho compartido por dos personas que asistían a la reunión. Como ambas tenían que tratar todos los temas, no íbamos a molestar a nadie por estar allí. Como ya he comentado éramos cuatro hasta que alguien dijo:
- Uno: Llamamos a Pepe para consultarle esto y así nos libramos de este tema.
- Los otros (al unísono): De acuerdo. Buena idea.

Entonces vino la - PRIMERA PAUSA - para pedir a Pepe que viniera. Vino Pepe - SEGUNDA PAUSA - y hubo que contarle de lo que estábamos hablando para que diera su opinión. Cuando se resolvió este tema, se acordó el que Pepe se reuniera con uno de los asistentes a la reunión para revisar y profundizar en este tema.

Lo que vino a continuación fue ya memorable. Llamaron al teléfono, y el dueño del despacho se levantó para contestar - TERCERA PAUSA -, para preguntar si este podía acudir a resolver un problema informático. Luego vino un operario a medir el despacho - CUARTA PAUSA - y le dijeron que sí, que pasara. Mientras estaba allí, le llamaron al móvil - QUINTA PAUSA - y el tío ni corto ni perezoso se pone a dar gritos. Luego se fue y se despidió de forma "ostentórea" - SEXTA PAUSA -. Como se iba alargando un pelín la reunión, vino la persona a la que habíamos llamado al principio para ver si ya habíamos acabado - SÉPTIMA PAUSA -, algo que era imposible a tenor de las circunstancias.

Cuando íbamos a retomar la línea argumental de la reunión, como el despacho es seminuevo, por eso venía el de mantenimiento a medir, y no tiene todavía cartel, un mensajero llamó y pasó a entregar un paquete que no era para nadie - OCTAVA PAUSA -. Y luego vino el súmmun: sonó un móvil, - NOVENA PAUSA - y dijo uno de los del despacho a su compañera:
- ¡Tu móvil!

Le pasa el móvil y la interesada que empieza con el típico:
- ¡Diga, diga! Pues nada, han colgado. - DÉCIMA PAUSA -

Deja el móvil en la mesa, por si la volvían a llamar y al minuto llaman al teléfono preguntando por el operario (!) - UNDÉCIMA PAUSA -. Pronto comprendimos que había pasado.

En un breve lapso de tiempo vuelve el operario, que ya era como de la familia, a decirnos que se había olvidado su móvil - DUODÉCIMA PAUSA -, que era el que estaba encima de la mesa y, al ser de la empresa, es igual que el de la propietaria del despacho. De ahí la confusión.

Tras unas risas y otra llamada de teléfono para informar a la propietaria del despacho que a una amiga suya la habían desvalijado la casa - DECIMOTERCERA PAUSA -, decidimos terminar la reunión que se prolongó por algo más de una hora. No, si al final se me hizo corta y todo. En la siguiente reunión tengo que apuntar las interrupciones porque creo que se me olvida alguna. Así me da tiempo a avisar a los del Guinness.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Por favor te ruego que nos sigas contando tus reuniones, ya que no te imaginas lo que me he reido leyendo el post , un claro ejemplo de en lo que se han convertido las reuniones hoy en día. Y después dicen que hay que potenciar el trabajo en equipo.

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